¿Cuándo consideramos que un proceso participativo es participativo de verdad?
- Iniciativa de Arantzazulab: Ecosistema de co-creación
- Objetivo del blog post: Compartir los aprendizajes y preguntas surgidas en el experimento Galdakao 2030
- Autores: Ayuntamiento de Galdakao, Maraka, Julen Mendoza aholkularitza y Apitropik
¿Qué quiere decir un proceso participativo? ¿Dónde está nuestra ética como diseñadoras en velar por los fundamentos invisibles de la participación? ¿Cuáles son estos fundamentos invisibles?
En el caso del proyecto G2030, el proceso participativo se basa en una serie de encuentros delimitados en un tiempo concreto para promover el debate, la reflexión grupal hacia unas misiones concretas, el contraste de argumentos y la ideación de posibles proyectos vinculados con la misión y sus necesidades. Se trata de soñar y construir nuevos caminos juntas.
Para ello, participan personas ciudadanas, representantes de organizaciones y empresas y las personas responsables municipales, con el fin de recoger, soñar y actuar juntas para un futuro mejor.
Como, de momento, el proyecto y proceso es experimental/piloto, la elección de personas participantes se ha realizado a partir de la red de contactos ya existente. Contactos vinculados con los diferentes departamentos del Ayuntamiento, relacionados con las misiones planteadas.
Este tipo de captación es la que muchas veces se aplica en los procesos con entidades públicas, en los que por tema de tiempo y recursos, solemos “tirar” de contactos ya establecidos, intentando buscar la máxima diversidad dentro de un círculo cerrado.
Pero, ¿hasta qué punto nos conformamos con ello?¿son representativos de la población?
En muchos de los procesos participativos que trabajamos ocurre una misma observación: las personas que participan son las mismas, muchas son de asociaciones, que están ya en relación con la institución. De hecho, a veces, puede incluso ocurrir que la propia institución puede tener la sensación de abusar de un contacto concreto por pedirle tanta participación en varios proyectos, ya que no tiene otros contactos de los que tirar.
Y aquí aparecen nuestros fundamentos invisibles e incluso latentes que solemos tener las personas diseñadoras!! Se despiertan de repente y nos acompañan en varias etapas del proceso de diseño con sus preguntas. Diríamos con cariño que son nuestras “alarmas éticas”. Las garantes de un proceso participativo inclusivo, respetando valores esenciales como la diversidad, las diferencias, las distintas culturas, razas, edades, prestando un especial énfasis en aquellas personas más vulnerables, en situación de exclusión social.
Nos preguntan: ¿Por qué no hay más personas? ¿es porque no conocemos a más personas? ¿No hay más contactos en esta red? ¿Realmente son las mismas porque no hay un interés/motivación? ¿o el problema es que no llegamos a ellas?
Y profundizando en el caso de nuestro proyecto, nos podrían seguir preguntando: ¿Se puede hacer un proceso participativo sobre el ocio de la juventud desde la perspectiva de la diversidad cultural, sin jóvenes menores de edad? ¿Sin personas inmigrantes? ¿Sin familias recién llegadas?
¿Podríamos hacer un proceso participativo sobre la peatonalización del centro sin la participación de los comercios?
Está claro que no, y si no tenemos a estas personas en las reuniones tenemos 2 posibles pasos que garantizan nuestros fundamentos invisibles:
- Seguir avanzando en el proceso, es decir en el diseño y la facilitación de una serie de encuentros pero siendo consciente que falta una parte de representatividad que hay que solucionar. En este caso, las metodologías de openspace, a través de dos principios, plantean aceptar la realidad y hacer que en el momento de la facilitación todo el mundo esté presente. Dicen: “Cualquiera que llega es la persona adecuada” y la segunda es “Cualquier cosa que suceda es lo único que podía suceder”.
- Añadir nuevas formas y momentos para llegar a más personas a lo largo del proyecto. Esto implica aceptar que el proceso de participación tal y como lo describimos al principio cambia y necesita redefinirse. En vez de estructurar el proceso en un único formato de encuentros, podríamos provocar encuentros, ir en vez de invitar, preguntar en vez de esperar y sobre todo buscar establecer más vínculos constantes con la ciudadanía, desde su representación inclusiva y variada.
Esto nos lleva a plantear una redefinición de proceso participativo desde un enfoque inclusivo, tanto para este proyecto y los siguientes:
El proceso participativo inclusivo es un proceso continuo estructurado en diferentes formatos y momentos del proyecto vía una multitud de interacciones programadas e improvisadas. Desde una serie de encuentros delimitados en un tiempo concreto, a acciones a pie de calle, de conversaciones formales a informales, de offline y online que garanticen tantas diversas maneras de participar con diferentes niveles/necesidades de implicación, como diferentes tipos de participantes.
En G2030 estamos justamente en este momento, conscientes de la necesidad de más diversidad e inclusividad, explorando otras formas, dibujando nuevos puentes y niveles para que la participación no sea solo un proceso con las limitaciones que eso puede implicar sino entendiendo la participación como una línea continua, transversal, flexible e imprescindible que nos guía para llegar a buen puerto.